lunes, 31 de mayo de 2010

Diferencias sangrantes

Diferencias sangrantes
Recientemente me llega una noticia:
Al parecer en hospitales y centros educativos públicos se han encontrado con el problema que plantean los inmigrantes de religión islámica y, en concreto, con los de origen magrebí de que en su religión no se permite comer carne o productos del cerdo y, aún los productos cárnicos procedentes de ovejas o vacas, deben haber sido producidos a partir de animales muertos según las leyes coránicas.
Esta circunstancia ha llevado a hospitales e institutos a una situación en la que, cuando la carne forma pare del menú, deben preparar dos menús distintos, uno para los nacidos en España, católicos en su abrumadora mayoría, y otro para los de religión musulmana, habitualmente minorías, muy activos desde el puntos de vista social y/o político.
Dada la capacidad de estos centros públicos, tanto en lo que se refiere a infraestructuras como a recursos humanos, la sobrecarga de trabajo ha provocado un caos de cierta importancia, protestas por parte del personal de cocina y la perdida de una economía de costes en las compras de materia prima, así como las protestas airadas de las minorías afectadas cuando se producían errores.
Ante este cúmulo de problemas originados por las intransigencias religiosas de quienes vinieron aquí buscando una vida mejor pero sin tener en mente, ni por lo más remoto, integrarse en la sociedad que los acogía, los poderes públicos han optado por tomar una decisión que ¡ojala! hubiera sido salomónica.
Para empezar (y para terminar) han dado orden a sus departamentos de compras que no adquieran carne ni productos elaborados que tengan que ver con el cerdo. Problema resuelto; se puede volver a elaborar un único menú base sin ofender las creencias de nuestros "invitados".
Es evidente que el cerdo proporciona una carne de calidad a un precio competitivo y que sirve de base para otros muchos productos (salchichas, embutidos, etc) presentes en nuestra dieta mediteránea de forma tradicional y que las carnes procedentes de ovejas o vacas son más caras. Nada de eso importa, lo principal es no ofender las creencias que quienes, lo han demostrado muchas veces, pretenden que España sea igual que cualquier país norteafricano pero con hospitales, colegios y carreteras.
Recuerdo cuando una amiga tuvo que sacar a su hija celiáca del comerdor del colegio porque "la cocina no tiene capacidad ni medios económicos para hacer dos menús distintos" (sic)
En realidad la culpa era de mi amiga (ella es de Catarroja) por haber ido a que su hija naciese en Valéncia en lugar de haberse ido a Marraquech.
Observador sorprendido

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